LO QUE VES TE DUELE
Lo que ves te duele,
destaca la grieta
el hambre, tú poeta...
cuentas lo que el mal muele.
Espera deshiele
el corazón atleta
al llegar a la meta
y al niño consuele.
Lo que ves te duele,
destaca la grieta
el hambre, tú poeta...
cuentas lo que el mal muele.
Espera deshiele
el corazón atleta
al llegar a la meta
y al niño consuele.
Proliferan hermanastros.
¿Cómo evitar epidemia?
¿Cómo acabar con endemia?
sin buscar un medicastro.
Persiste sin anemia,
se multiplican hijastros
al revisar el catastro
sin recurrir a academia.
Aparecen los mil soles,
pero confunde camastro
con dos instantes del astro.
--Perdonada por sus goles,
cuando se incendia el rastro
con la velita bohemia--
ni a Quevedo se le premia.
con estatua de alabastro.
José Pómez
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Y con María del Carmen
llegaron las mariposas
leyendo contra viento
acróstico Melibea;
quedarán las más bonitas
apuntalando mi vida.
Belquis Castillo gracias por llegar aquí.
La satisfacción es mía.
¿Acaso al seguir flechas
te trajo el Ángel del faro
a las zonas más estrechas?
Las corrientes dan frío
acarrean esas cosas;
para mí es milagroso,
que contigo, ya van dos.
¡Debe ser contagioso!
¡¡Tuyo es!!
Raquel: con tu comentario das paso al interior de tu alma, ya en ella, la encuentro llena de Paz.
Ricardo, no sé qué decirte.
Todavía estoy pidiendo
el don de poder charlar
con amigos alejados.
A lectores
que no huyen
ya les cuento
lo siguiente:
Juan Oliva
exagera,
--sin querer--
y le creo;
el lo hace
por poeta
por amigo
por hermano.
Rafael, no miento
cuando digo: mi Ángel
pudiera ser Rafael,
--no te lo aseguro--
a veces tengo dudas
cuando lo veo claro,
yo quiero comprenderlo
en la dificultad,
pero me ancla el amor
y aquí sigo solo,
esperando el sueño;
como tú ahora haces
vendedor de poemas.
Por ellas, Madre y poesía. Gracias
Que te sirva de consuelo
¡Ay! ¡Ay! Enfermita mía
mi permanente afonía
al llevarme a tu cielo;
yo te alabo el empeño
loco; como la belleza
el Ángel no tiene dueño
ni mis versos su pureza.
Desaparece el frío con el calor de un beso.
EL VENDEDOR DE LÁMINAS LLEGÓ
a feroz galería con llamada,
comenta no estar interesada;
minando su pintura lo negó.
una de las pequeñas apagada,
como triste parece desusada;
tocando mercancía insistió:
siempre libre encerrada ama la más
hermosa maravilla laminada.
crece se multiplica, además
permanece la forma inmaculada.
Jose(arroba)pomez.zzn.com
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Dedicado con torre alegría
a quien con sus desvelos amorosos
y su risa -navega alegre el día-
hace que olvide brazos dolorosos.
Palpando en la brisa marianos
acordes dan los versos consagrados
con razón aparecen moldeados
epítetos vienen a mis manos.
Contemplando belleza de tus halos
pensados viven y me fortalecen
agradecidos son como regalos
que debajo de camas aparecen.
Con los errores cuando no se actúa
sobreviene fatal contratiempo
al fallar la humana continúa
buscando la justicia del tiempo.
Campo de agua luz inusitada
a tu costado llora la Tierra
olvidada pelota deshinchada,
seca, dormida, sola en tierra.
José Pómez
SU MUERTE NO ARREGLA NADA NO LA PERMITAS
Su muerte no arregla nada no la permitas,
que no se mate nunca. No olvides su delito,
no perdamos cordura, del mejor manuscrito,
rutas intransitables muestran nombres sin citas.
Evita la venganza, --ayúdalo Señor--
que no firme sentencia, acorralando manos,
inventando disputas, y odio entre hermanos;
al presidente loco seguro malhechor.
Sin defender la madre, destrozando la marca,
amanecen impuros amores federales,
no fabrican futuro círculos iguales
con pasión nerviosa trasnocha, a la carta.
Prójimo educado: garganta ahorcada,
que este error desmedido se quede desmontado
con destornilladores, momento delicado,
nosotros no matamos la ojiva crispada.
Asígnale destino sóplale en el alma
que diga lo preciso que cuente la verdad
para respetar vida; prohíbeles maldad
cercando corazones en merecida calma.
Abandonado solo, en su mundo baldío
para recordar siempre la causa del horror.
El pecador también es tu hijo Señor,
no permitas su noche, ayúdalo Dios mío.
José Pómez
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Con tus sensaciones
maravillosas
aportas la meloja
al desayuno;
que con tu ausencia
desconocida
falta como temblando
amamantada.
Dentro de la estrella
la recogida
enseguida te noto
embelesada.
--Y es tan evidente
mujer serena
a los pocos segundos
celestiales.
Te conozco hermana
ya te comprendo
como llamas adornan
filigrana.
Como música sella
Al inundarte
te surcan te perfilan
Y te regalas.
Navegan por tu sangre
acompasados
mil delfines azules
enamorados.
José Pómez
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Desgraciadamente aún tengo una duda. Pero tú...
Razón tienes, no estoy autorizado a quitártela.
Te cuento: la dama más bondadosa, sencilla, humilde y misericordiosa que tú, -- y disculpa por el tuteo-- haya podido conocer en tu dilatada y fructífera vida, según leo. Llegó a la misma conclusión me contó, que él era un diablo.
La capacidad de ver las almas de la anónima dama está fuera de cualquier duda eso si lo puedo asegurar.
Felicitaciones.
José Pómez
Para que continúe voz partida
nunca le des micrófono. ¿A cuántos
llegará solo sin más adelantos
si permanece la verdad dormida?
No escuches jamás su voz sin vida,
el poeta cuenta con tus desencantos
y pretende con ellos bordar mantos
que hablen de la mujer por Él querida.
Que su palabra sin más impureza,
libre su agonía de tristeza
al sentir lo que siente una Madre.
En el surco del verso defiéndelo,
con dos lágrimas por voz atiéndelo
te dirá que María, es su Madre.
José Pómez
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Cumplida tu llamada con visita.
Sólo hay que pedir: haz tu deseo
Señor, tu voluntad; porque te creo
y tu palabra es verdad bendita;
me disculpe el Señor por mostrar cita.
Sin conocer de nada a Espinel
y alejado siempre del laurel,
te comento José si..., aquí cabe;
amigo glosador como tú sabes
no existe, el tiempo para Él.
José Pómez
http:www.pomez.net
Amanecen las raíces
sobre la tierra reseca
agrietada enteca;
mi sequía contradices.
Si errasen hemiciclos
en el valle sin juglares
se desvanecerán ciclos
de poemas circulares.
Bellos primeros fonemas
de mejilla en enagua
ya derriten los problemas
en tu remanso de agua.
José Pómez
jose@pomez.zzn.com
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No colisiono
tu espanto es vida
somos abono.
José Pómez
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En la sombra partida
dos ventanas redondas
de delicadas blondas
se llenan con la vida.
Con ausencia retan
algunos animales;
casas orientales
que jamás se completan.
Y comprenden melosas
el dolorido flanco
frente al muro blanco
con sus vestidos rosas.
Bordados en mantones
siete ramos de flores
perfuman bicolores
debajo de balcones.
Sin conocer las prisas
mimando corazones
viven siete razones
muestran siete sonrisas.
Con verdades en ramas
olvidando porfía
regalan alegría
las siete bellas damas.
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